Este método de deshidratación se utilizaba antiguamente para poder conservar las frutas durante largos periodos de tiempo y poder disponer de frutas durante todo el año, evitando que madurase y se pudriera. También permitía poder transportarla, ya que una de las características de la fruta una vez desecada, es la disminución de tamaño y peso.
La fruta deshidratada ya era parte de la dieta habitual en culturas de hace miles de años, desde la Antiguos mesopotámicos, Egipcios y romanos. Y han llegado hasta nuestros días, variando y modernizando los procesos de desecado, pero con el mismo objetivo de consumo
A diferencia de otros procesos de conservación de las frutas, como puede ser la mermelada, fruta confitada o fruta escarchada que contienen gran cantidad de azucares añadidos, la fruta deshidratada no contienen azucares añadidos.
Podemos considerar la fruta deshidratada como las golosinas saludables que nos ofrece la naturaleza.